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Capítulo 07.

Jungkook y Jimin después de la fiesta despertaron desnudos en una habitación extraña, con una gran resaca que hacía doler sus cabezas y sentir el cuerpo entumecido. Afortunadamente no fueron los únicos que se quedaron en la casa. Salieron ya vestidos de la habitación mientras veían el desastre que era la casa de Yoongi.

Olía asqueroso y se veía asqueroso. Habían personas dormidas en los sofás, ropa tirada por el suelo y vasos rojos por todas partes, Jimin sintió nauseas cuando pasaron cerca de un charco de lo que parecía vómito.

El omega reconoció su chaqueta todavía en la barra del bar y la tomó antes de que se olvidara de ella, olía a él todavía y a tequila.

Se fueron del lugar antes de que alguno de los dos se desmayara por el nauseabundo olor.

Llegaron a la casa de Jungkook porque era la más cercana y Jimin estaba demasiado adolorido como para notar que era la primera vez que iba.

El alfa abrió la puerta para los dos y lo invitó a pasar. Por un momento el omega se olvidó de su cabeza martillando cuando entró a la gran casa, en definitiva, no se equivocaba cuando decía que el alfa tenía una igual a la de Yoongi.

Se sintió demasiado pequeño al notar lo gigante que era el hogar del alfa. No había muchos muebles y eso hacía que todo luciera triste, eso era decir mucho para el estado en el que se encontraba.

Jungkook pasó una mano por su espalda baja para llevarlo escaleras arriba. Llegaron hasta una puerta negra y el alfa la abrió esperando que Jimin entrara primero.

El omega se mareó cuando el fuerte olor de Jungkook inundó sus fosas nasales y tuvo que recargarse en el pecho del mayor para evitar caer cuando sus piernas flaquearon al sentir a su omega regocijándose de felicidad por el potente el aroma a bosque.

Jimin miró la habitación, igual de triste que el resto de la casa. Paredes blancas y una cama enorme para una sola persona. Tenía dos mesitas de noche a cada lado y un armario de color negro.

Las cortinas estaban cerradas, lo que hacía que la habitación luciera un poco oscura. El alfa pasó a un lado de él para llegar hasta otra puerta justo dentro del lugar, suponía que era el cuarto de baño. Jimin no se equivocó, llegó hasta Jungkook quien abría las llaves de la regadera.

Las paredes del cuarto de baño eran de un azul intenso y la puerta de la regadera era un simple cristal transparente. Jimin entrecerró los ojos cuando lo vio.

—Vamos a ducharnos —exclamó el alfa mientras comenzaba a quitar su ropa.

El omega hizo lo mismo y cuando ambos quedaron totalmente desnudos entraron a la ducha, lavando sus cuerpos y devolviéndoles el brillo de siempre. Estaban demasiado cansados para intentar algo más, así que simplemente se abrazaron mientras sentían el agua caliente bajar por sus cuerpos.

Cuando estuvieron aseados y vestidos se acostaron en la gran cama de Jungkook. Cabe aclarar que Jimin tuvo que usar la ropa del alfa, debido a que no llevaba más, tampoco es como si le molestara.

Ambos se quedaron dormidos al instante, con las piernas entrelazadas y el aroma de Jimin combinándose con el de Jungkook entre las sábanas.

✧✦✧

Las semanas comenzaron a pasar tan rápido que apenas lo notaron y noviembre pasó, dándole la bienvenida a diciembre.

Alfa y omega comenzaron a acercarse más después de despertar juntos en la cama del mayor.

En el trabajo trataban de mantenerse alejados para no dar sospechas, aunque eso no resultó muy bien. Cada día que pasaba se les hacía más difícil estar separados.

Ellos salían del trabajo y Jungkook lo llevaba a su departamento, algunas noches veían películas y algunas otras tomaban vino en la terraza de Jimin.

Intentaban cocinar juntos y cuando se rendían terminaban por encargar comida a domicilio. Veían la lluvia a través de los ventanales en la oficina del alfa y tomaban café en las mañanas.

Jimin lo invitaba a su departamento y bromeaban hasta que ambos reían y sus estómagos dolían. Jungkook lo llevaba en su camioneta a lugares que siempre estaba buscando. Porque el alfa se la pasaba buscando nuevas cosas para hacer con Jimin.

Como la vez que lo llevó a una galería de arte porque Jimin le dijo que quería ver los cuadros y él solo lo cumplió sin preguntar.

O cuando subieron al teleférico un día al atardecer y observaron el sol escondiéndose y pintando el cielo de los colores más hermosos.

Cantaban en el auto mientras Jungkook conducía, Jimin reía y entonces sabían que todo estaría bien.

Durmieron juntos algunas noches, siempre en el departamento de Jimin porque Jungkook estaba encantado con el aroma tan concentrado del omega. Arrugaban las sábanas mientras se besaban despacio y se abrazaban para mantenerse juntos.

Despertaban viendo el rostro adormilado del otro, pero Jungkook se iba temprano para alcanzar a llegar a su casa y vestirse apropiadamente.

Poco a poco fueron creando un vínculo y cada vez era más complicado ocultarlo. Jungkook se mantenía serio hasta que Jimin llegaba y Jimin era indiferente con las otras personas excepto con el pelinegro.

Claro que el sexo no cambiaba. Prácticamente no podían despegarse demasiado tiempo del otro. Follaban cada que podían, en el sofá de Jimin, en el sofá de la oficina del alfa, en su auto cuando era demasiado de noche, en la regadera, en la cama del omega, en la encimera de la cocina.

Algo que tampoco cambiaba era la forma de ser tan explosiva de Jimin, seguía hablando con sarcasmo y molestaba a Jungkook siempre que podía, lo hacía rabiar porque sabía que eso desataba una larga sesión de sexo intenso. Aún hacía comentarios imprudentes y hablaba sobre cosas inusuales, así que el toque divertido lo ponía el omega.

El sexo era algo que no cambiaría para ellos y estaban bien con eso porque comenzaron a equilibrarlo sin darse cuenta.

Se besaban desesperadamente pero también de forma tierna, Jimin le robaba besos castos a Jungkook cuando lo veía estresado y el alfa lo abrazaba por los hombros cuando veían películas acurrucados.

A veces bailaban en la sala de estar como si tuvieran alguna idea, terminaban en el piso cuando reían demasiado que no sentían sus mejillas.

A veces terminaban emborrachándose juntos y se besaban en la cocina.

Era bueno, estaban siendo felices y eso era lo que importaba.

Pero comenzó a doler, cuando Jimin se dio cuenta que estaba sintiendo demasiado con Jungkook, y dolía más saber que, aunque quisiera alejarse ya no podría sin salir lastimado en el intento.

El omega amaba ver su gran sonrisa y ver sus cabellos despeinados por las mañanas, amaba las sesiones de besos y amaba sus manos acariciando su cintura. Amaba vestir la ropa de Jungkook y verla regada por su departamento. Jimin amaba cuando salían a cenar a lugares simples, cuando paseaban por las calles y se tomaban de las manos como dos tontos enamorados.

Y Jungkook, él amaba sus pómulos marcados y las arrugas en sus ojos al sonreír cuando le hacía cosquillas. Amaba cuando Jimin pasaba sus suaves manos por su pecho, cuando besaba su mandíbula. El alfa amaba la sonrisa de Jimin cuando le hacía regalos sencillos, como cuando le dejó un girasol una mañana en su oficina o cuando le regaló una tobillera porque sabía que le quedaría bien.

Estaban poniendo todo en juego, los sentimientos ya estaban ahí, ellos lo sabían. Y solo era cuestión de tiempo para que alguno saliera lastimado por no hablar con la verdad.

Porque los dos eran demasiado cobardes cuando se trataba del otro y ninguno se animaba a dar el primer paso.

Y mientras sus partes humanas se encariñaban cada día más, su alfa y su omega brincaban de felicidad cuando veían al otro. Aullaban de emoción en cada toque, en cada sonrisa y en cada beso.

Jungkook se volvía más posesivo cada día y Jimin se sentía bien con eso, porque sabía que mientras el alfa estuviera a su lado, estaría a salvo. Jungkook se lo dijo y él le creía.

Los días pasaron, nada de ellos cambió. Siguieron tan felices y unidos como siempre.

Si solo hubieran estado preparados para enfrentar lo que se avecinaba...

✧✦✧

Al día siguiente era el cumpleaños de Jimin y la cena a la que lo había invitado.

Ambos tenían unos días de vacaciones debido a los festejos de diciembre, así que no suponía ningún problema que pasaran dos noches en la casa de los Park.

Jungkook estaba nervioso, si bien ya tenía algunos años conociendo al padre de Jimin, solo había visto a su madre en muy pocas ocasiones y no sabía lo que diría de verlo ahí.

Se encontraba doblando algunos cambios de ropa mientras la metía a su mochila, incluyendo productos de aseo personal y algunas otras cosas que necesitara.

Cuando tuvo todo listo, salió de su casa para ir hasta el departamento de Jimin. El omega lo recibió con una sonrisa enorme, antes de correr hasta su habitación.

Jungkook se quedó esperando su beso de bienvenida y bufó cuando no lo obtuvo, así que siguió a Jimin hasta el cuarto del omega, donde lo vio agachado buscando algo debajo de la cama.

—Estaba esperando mi beso —exclamó Jungkook indignado. Escuchó a Jimin soltar maldiciones y luego se levantó para acercarse al alfa.

Jimin lo tomó por las mejillas para presionar sus labios juntos unos segundos antes de alejarse nuevamente.

—Lo siento, Jungkook. Estoy un poco apresurado —el omega volvió a plantarse sobre el piso hasta que sacó una de sus vans negras. Festejó bajito cuando logró alcanzarla.

—No entiendo, me dijiste en la mañana que estarías listo —recriminó el alfa mientras se recostaba en la cama con sus manos detrás de la cabeza—. Eso fue hace horas.

—Jungkook, mejor sirve de algo y ayúdame a organizar mi maleta —Jimin lo miró con el ceño fruncido y las manos en la cintura. El alfa se quejó mientras se volvía a levantar.

—¿Y por qué yo tengo que ayudarte? Eres demasiado desorganizado —exclamó empezando a doblar la ropa.

—Porque para eso estás, yo hago el desastre y tú lo limpias, es trabajo en equipo —sonrió Jimin.

Jungkook rodó los ojos cuando lo escuchó.

—No creo que sea trabajo en equipo pero está bien —el mayor metió la ropa en la maleta—. Y tampoco entiendo porqué llevas tantas cosas si solo estaremos dos noches —exclamó el alfa.

—¿Y?

Entonces, ellos se tardaron un poco más ya que Jungkook terminó masturbando al omega en su cama cuando decidió que tenía suficiente de Jimin provocándolo.

✧✦✧

Ambos se encontraban en el auto estacionado frente a la casa de los padres de Jimin.

—¿Y si dicen que me vaya? —preguntó el alfa apretando el volante con fuerza.

—Jungkook, creo que estás exagerando —el rubio intentó tranquilizarlo—. ¿Por qué pensarían en correrte de la casa?

—Porque eres su hijo —mencionó obvio.

Jimin rodó los ojos antes de tomar a Jungkook por la nuca para atraerlo hacia él. El omega lo besó, lento pero firme, acariciando sus labios con los suyos.

Hasta que se despegó, dando un último pico a sus labios para volver a sentarse en el asiento.

—Alfa, ¿podemos bajar ya? Quiero ver a mi familia —Jimin tomó su mano dando un fuerte apretón—. Te prometo que no pasará nada.

Jungkook asintió no muy convencido pero aún así bajó del auto, Jimin hizo lo mismo y soltó unas risitas cuando escuchó a Jeon quejarse porque no lo esperó para abrirle la puerta.

Así que ambos caminaron hacia la entrada de la casa y Jimin tocó sin darle tiempo a Jungkook de mentalizarse.

El mayor se pasaba las manos por el cabello nervioso justo cuando la puerta se abrió.

—¡Jimin! —una voz femenina exclamó. La madre del omega lo abrazó fuerte en cuanto lo vio.

—Hola mamá, estoy aquí —Jimin dijo mientras correspondía el abrazo, sintiéndose ligero y feliz de estar al fin en los brazos de su madre después de no verla mucho tiempo.

—Mi bebé —ella se separó—. Hueles diferente.

Fue entonces que la mujer levantó la mirada para posarla en el alfa nervioso detrás de Jimin.

—¡Jungkook! Mírate, hace mucho tiempo que no te veía —ella hizo a un lado a Jimin para salir y abrazar al alfa.

—Hola, Gyuri —saludó Jungkook mientras se inclinaba para abrazar de vuelta a la omega.

—¿Qué te trae por aquí, Jungkook? —preguntó ella mirando a los dos. Jimin sonrió cuando el rostro de Jeon palideció y tragó saliva.

—Bueno, yo...

—Está saliendo con nuestro hijo —escucharon la voz de Byungmin y los tres fijaron sus ojos en el alfa que llegaba hasta la puerta. Gyuri abrió grandes los ojos y los miró a ambos. Notaron como endurecía su rostro.

—¿Por qué no me lo habías dicho? Tu padre sabe y yo no —exclamó la omega molesta—. Y tú, tengo muchas cosas que hablar contigo —Gyuri señaló a Jungkook con su dedo.

Y antes de que el pelinegro sufriera un infarto, la madre de Jimin volvió a resplandecer con una sonrisa.

—Pero pasen, pasen. Jungkook estás en tu casa —exclamó ella mientras se adentraba y pasaba a la sala.

No tardaron mucho en bajar sus hermanas. Las gemelas se sorprendieron cuando vieron a un alfa desconocido en la sala de su casa y se sintieron un poco tímidas al principio. Pero con el paso del tiempo se sintieron mucho más cómodas cerca de Jungkook.

El alfa hablaba con ellas mientras le mostraban la casa, enseñando las decoraciones navideñas que habían ayudado a poner. Por su parte, Jimin ayudaba a su madre con la cena mientras Byungmin ponía la mesa.

Era un ambiente familiar que hizo que el corazón de Jungkook saltara de alegría al haber pasado tanto tiempo sin haberse sentido así. Con una casa hogareña que olía a comida casera. Miraba las fotografías que Eunbin le mostraba y reía con Eunsoo cuando veían las fotografías de un Jimin muy pequeño.

Cuando la cena estuvo lista, los presentes se sentaron en la mesa. Con Byungmin a la cabeza, Gyuri a la derecha de su alfa y a su lado Jimin. Las gemelas quedaron sentadas frente a ellos mientras que Jungkook tomó asiento en el otro extremo de la mesa, quedando justo frente al padre de Jimin.

A pesar de que Jungkook seguía nervioso por querer impresionar a los padres del omega, todos se llevaron muy bien, cenando y hablando sobre los planes que tenían para el día siguiente.

Celebrarían noche buena y el cumpleaños de Jimin, a la media noche abrirían los regalos y brindarían. Eso sonaba bien para Jungkook, quien escuchaba atento y asentía cuando le preguntaban.

El rubio estuvo viendo al ojiverde toda la cena, sonriéndole para que se tranquilizara, golpeaba su rodilla de vez en cuando debajo de la mesa y hacía con un gesto que dejara de estar tan tenso.

Entonces, cuando terminaron de cenar, Jungkook se ofreció a lavar los platos junto con Byungmin. Gyuri se sentó con sus hijos en la sala de estar mientras abrazaba a Jimin y las gemelas se quejaban porque se ponían celosas. El omega les enseñaba su lengua y volvía a acurrucarse con su madre.

Hasta que Jungkook salió de la cocina y lo llamó.

—Yo... iré a bajar nuestras maletas —dijo el ojiverde señalando la puerta—. Jimin, ¿puedes venir un momento? Por favor.

El omega se extrañó, ya que Jungkook casi nunca le pedía ayuda para llevar las cosas, siempre prefería hacerlo él, pero no se negó. Se levantó del sofá y salió de su casa cerrando la puerta detrás.

Observó a Jungkook recargarse en su auto mientras miraba la calle desierta, lo notó algo tenso. Jimin llegó hacia él mirando su mandíbula apretada.

Así que se acercó confundido queriendo tomar el rostro de Jungkook, pero el alfa lo detuvo tomándolo de la muñeca. Jimin se quedó estático mientras el mayor lo miraba con su semblante serio.

—Jungkook... —susurró sintiéndose rechazado cuando quiso volver a acercarse y el alfa se apartó.

—¿Tu padre quería que viniera? ¿Él me invitó? —Jimin lo miró sin entender—. Me preguntó si pasaría navidad con ustedes, si esto iba en serio —los señaló a ambos.

Jimin suspiró.

—Yo... tal vez lo inventé —murmuró el omega—. Quería que vinieras y no sabía si aceptarías si te lo pedía yo.

Jungkook lo miró como si lo que hubiese dicho fuera una broma.

—¿Dices que después de todos estos meses no habría aceptado? Espero que sea un chiste, Jimin.

—Jungkook, no. Eso no era lo que quería decir —estaba a punto de largarse a llorar ante la mirada que el alfa le estaba dedicando—. Sé que hemos estado más unidos últimamente, pero... lo nuestro, es complicado, Jungkook. Y creí que sería más fácil si te decía que mis padres te invitaron.

El alfa no lo miraba y Jimin estaba haciendo un esfuerzo muy grande para no perder los estribos ante el olor a decepción de Jungkook.

—¿Por qué yo? —preguntó entonces. Jimin lo miró sin entender—. ¿Por qué quisiste que viniera? Sabes que habría aceptado enseguida si tú me lo hubieses pedido, acepto cualquier cosa que me digas, Jimin, no tienes que mentirme.

—Alfa, por favor escúchame. No lo sé, no sé si habrías aceptado —sollozó cuando Jungkook lo tomó por los hombros para mantenerlo en su lugar—. Jungkook... n-no quise, no lo hice con esa intención.

—¿Entonces cuál fue? ¿Hacerme quedar como imbécil frente a Byungmin? O, ¿cómo si me hubiese invitado solo?

—¡No! Nada de eso —chilló el omega—. Por favor, n-no quería... no quería que te enojaras. Quería que vinieras conmigo, es todo.

—¿Por qué? —preguntó el alfa mirándolo inconforme. Jimin sentía que temblaba ante su mirada.

—Porque es importante —respondió sencillo. Ya había comenzado a sollozar bajito—. No te vayas.

—¿Todavía quieres que me quede?

Y Jimin tomó todas las fuerzas de su cuerpo para que Jungkook no le impidiera llegar hasta él y asintió desesperado mientras tomaba su rostro y acariciaba sus mejillas. El pelinegro se relajó con el gesto.

—Si, por supuesto que sí, alfa. Te quiero aquí, no me hagas pasar esto solo.

Así que cuando Jungkook asintió con la cabeza gacha, el omega lo tomó del mentón y se paró de puntitas para darle un beso. El mayor pasó sus manos hasta su espalda baja.

—Está bien, me quedaré —aceptó, susurrando cerca de los labios de Jimin. Y después besó su nariz—. Pero no me mientas de nuevo.

Jimin sintió un piquete en su pecho, pero aún así sonrió.

—No lo haré, Jungkook.

✧✦✧

Para el final de la noche, se organizaron para dormir. Ellos dormirían en la habitación que una vez perteneció a Jimin y luego a Soojin. Pero ahora era una habitación de invitados por así decirlo. Estaban acomodando sus cosas cuando Jungkook habló.

—Dormiré en el suelo —dijo mientras se quitaba su suéter.

Ahora que ya era diciembre, el frío se sentía mucho más, tanto que calaba en sus huesos cuando estaban mucho tiempo afuera, pero la casa era cálida, así que no necesitaban estar tan abrigados.

—¿Sigues enojado, Jungkook? Ya me he disculpado —exclamó el omega—. Además, la cama es lo suficientemente grande para los dos, ven.

Pero el alfa negó con la cabeza. Jimin quiso volver a lloriquear porque se había acostumbrado a sentir la piel caliente de Jungkook a su lado. Y ahora que era invierno, lo empezaba a necesitar más.

—Si tu padre me ve, seguro me mata o peor... —Jungkook se acercó para susurrar—. Me despide.

Jimin rodó los ojos y se quitó su camisa para reemplazarla por una de Jungkook.

—Entonces no quiero saber lo que pasaría si se enteran que tenemos sexo —el omega quitaba las sábanas para poder meterse dentro.

—Disculpa, ¿qué?

Ambos voltearon asustados y miraron a Gyuri recargada en el marco de la puerta. Tenía las cejas levantadas y los labios fruncidos como si deseara no haber escuchado eso.

—Vine a traerles unas mantas.

La mujer entró a la habitación para dejar las cobijas en la cama y se giró para ver a Jimin y luego a Jungkook quien parecía estar a punto de salir corriendo.

—Sé que ambos ya son adultos y saben lo que hacen —comenzó sobando su sien—. Pero no aquí, tus hermanas están en la habitación de al lado —mencionó mirando directamente a Jimin, quien asintió con la cabeza gacha debido a la vergüenza.

—Si, mamá —dijo Jimin. Gyuri los miró por última vez como si sospechara algo antes de dar media vuelta y caminar hasta la salida—. Buenas noches.

Su madre le respondió igualmente, diciéndole que lo amaba, pero no quería alguna sorpresa.

Jungkook se encogía en su lugar como un cachorro regañado.

—Deberías pensar mejor las cosas antes de decirlas —mencionó mientras tomaba las matas y cobijas para ponerlas en el suelo. Jimin jadeó angustiado—. ¿Sucede algo?

—Duerme conmigo, por favor —pidió haciéndose a un lado en la cama para dejarle espacio a Jungkook—. No me gusta cuando peleamos, bueno, cuando tú peleas porque yo no hice nada. Solito te enojaste.

—Dormiré en el suelo.

—¡No! Lo siento, tienes razón, también lo jodí —admitió el omega rascando su frente—. Pero por favor duerme conmigo, alfa. Tengo frío —Jimin fingió estornudar y Jungkook bufó antes de empezar a recoger las cosas.

El menor sonrió en secreto porque siempre terminaba ganando.

Así que el mayor acomodó su almohada y se metió a la cama, dándole la espalda a Jimin, que se quedó anonadado por un segundo antes de acercase y abrazar al alfa por detrás. Pegando su mejilla a la ancha espalda.

—¿Siempre eres así? —preguntó Jungkook. Tomando el brazo de Jimin que pasaba por su cintura, le molestaba que, aunque quisiera, no podía negarse a los encantos del omega.

—Sí, siempre.

No tardó mucho tiempo para que ambos se quedaran dormidos. Con un Jimin muy cansado sintiendo el calor corporal del alfa y el aroma en su ropa. Y un Jungkook amando tener los brazos y piernas de Jimin alrededor de él.

✧✦✧

El sol se escondía entre las nubes, pintando el cielo de un color gris claro. Y aunque el clima podría desanimar a muchos. En la casa de los Park se respiraba felicidad debido a que un omega rubio cumplía años y todos ahí estaban contentos por celebrarlo.

Jimin despertó cuando sintió besos en su cara, en sus labios, en sus mejillas, en sus pómulos marcados, en sus ojos cerrados y en su frente.

Sonrió inconscientemente al saber de quien se trataba. Así que se estiró, abriendo los brazos y pestañeando para deshacerse de los rastros de sueño.

Un alfa en la habitación estaba embelesado por los increíbles ojos de Jimin. Las curvas de su cuerpo vestidas con una camiseta suya y porciones de piel blanca que se veían tan apetecibles al tacto. Jungkook sabía que era una piel delicada y suave por todas aquellas veces que pasó besando sus tobillos desnudos, sus muslos rellenos y su vientre plano. Por todas esas veces que delineó sus clavículas y su cuello, sus manos pequeñas y los hoyuelos en su espalda.

Así que cuando Jimin le dedicó la primera mirada del día, su alfa brincaba de felicidad y gozó al presenciar la belleza del omega.

—Buenos días, Jimin —besó sus nudillos—. Feliz cumpleaños, amor. Te estamos esperando para desayunar.

Jimin asintió todavía adormilado mientras bostezaba.

—Gracias, alfa —Jimin salió de la cama para luego pasearse por la habitación con solo la camisa de Jungkook que apenas tapaba la mitad de sus glúteos.

Se colocó un pantalón suelto de color gris y se acercó a Jungkook para abrazarlo, el alfa encerró el pequeño cuerpo de Jimin con sus brazos y olisqueó su cabello.

—Vamos abajo —sugirió.

—Dame un minuto —pidió antes de separarse y caminar al cuarto de baño, no pasó mucho tiempo cuando el rubio salió un poco más despierto. Había cepillado su cabello y lavado sus dientes, también se pasó un paño húmedo por el rostro para despejarse.

Cuando estuvo listo tomó a Jungkook de la mano para salir y bajar las escaleras. Sus padres y las gemelas estabas esperando por él.

Sus hermanas se acercaron primero, corriendo a abrazarlo en cuanto lo vieron llegar. Lo felicitaron gritando que lo amaban mucho. Su madre se acercó después, llorando por verlo crecer y abrazándolo fuerte cuando Jimin le recordó que siempre sería su bebé. Su padre le siguió, abrazando su espalda mientras murmuraba lo orgulloso que estaba de él.

Jimin creyó que era todo antes de ver un cuerpo salir de la cocina con un pequeño pastel en las manos. El omega sonrió emocionado.

—¡Soojin!

Su hermana sonrió igual cuando lo vio y llegó hasta él, ofreciéndole el pequeño pastel de color azul con la inscripción "Feliz cumpleaños, Minnie". Así que cuando el omega por fin lo tomó, su hermana lo abrazó cuidando no mancharlos a ambos.

—Muchas felicidades, hermano —Soojin besó su mejilla—. Te amamos.

Fue entonces cuando la chica lo olfateó, notando un aroma diferente en Jimin. Ella se despegó de él y reparó en la presencia de un alfa alto en la sala de estar. Arqueó una de sus cejas.

—Y tú eres...

El pelinegro notó que le hablaba a él y se acercó para tenderle la mano, cuando estuvo frente a la chica supo que era una alfa igual que él.

—Soy Jungkook —presentó—. Mucho gusto.

Soojin relajó su gesto y aceptó su mano.

—Soojin, el gusto es mío —la alfa sonrió cuando supo de qué se trataba—. ¿Sales con mi hermano? —preguntó entonces y Jimin había comenzado a negar con la cabeza cuando Jungkook lo interrumpió.

—Sí —afirmó seguro. El omega rubio parpadeó confundido, pero no volvió a hablar.

✧✦✧

Ellos desayunaron en familia.

Jungkook fue bien recibido por todos, lo trataban como a uno igual y las hermanas de Jimin se la pasaban preguntando si el omega era igual de irritante con él. El alfa contestaba que sí.

Escuchó música con las gemelas, horneó galletas con Gyuri, habló con Soojin sobre la universidad y decoró el porche de la casa con Byungmin. Aprendió a ganárselos uno por uno.

Y Jimin sonreía en secreto cada vez que lo veía hablar con alguien de su familia, pero su pecho se apretaba al pensar si lo que tenían era algo pasajero y después de un tiempo Jungkook se iría de su vida como todos los demás, dejando el vacío más enorme que podría esperar.

Jimin se pasó la mañana y parte de la tarde ayudando a su madre en la cocina, platicando con ella o absorto en su celular cada vez que recibía notificaciones nuevas felicitándolo.

Hasta que el tiempo comenzó a pasar y cada vez quedaba menos tiempo para la cena. Por lo que toda la familia se dirigió a sus habitaciones para comenzar a arreglarse.

Jimin subía las escaleras un poco cansado, llegó hasta la puerta de su antigua habitación y la abrió, encontrando una bolsa de regalo navideña en la cama.

Frunció las cejas confundido y caminó hacia ella para tomarla en sus manos, la esquina de la bolsa decía que era para él, reconoció la letra de Jungkook.

Jimin la abrió con cuidado, sonriendo de la misma manera cada vez que el alfa le hacía un regalo. Se encontró con una tarjeta, el omega la sacó y la sostuvo en sus manos.

El aire se escapó de sus pulmones al reconocer lo que tenía entre sus dedos, no era cualquier tarjeta.

Era una postal, una de las varias que había comprado en Florencia. Era la imagen de la ciudad, con el atardecer de fondo.

Y le dio la vuelta, no había una dirección, ni una fecha, ni tampoco una estampilla. Había un texto, como si fuese una carta. El omega comenzó a leerla y terminó soltando algunas lágrimas que limpió rápidamente.

"Para Jimin:

Feliz cumpleaños omega, si estás leyendo esto quiere decir que salió bien todo.

Espero algún día ser capaz de merecer tu perdón por lo que sucedió hace meses. Siento la necesidad de disculparme contigo cada vez que te veo, cada vez que escucho tu voz y siento tu aroma. Pero no lo hago porque sé como odias las disculpas repetidas.

No hay un solo día que no me culpe por lo que pasó, pero lo he estado callando por un tiempo ya.

Me he estado preguntando si soy lo que mereces, Jimin. Y no tengo la respuesta pero yo creo que sí. Porque sé que yo también merezco tu compañía, merezco compartir tus momentos de felicidad, sé que me equivoco a veces, pero sé que soy merecedor de tus sonrisas tontas y tus miradas juguetonas.

Espero que puedas perdonarme, amor. Y también que esto de alguna forma lo compense.

Con cariño, JK."

Así que un Jimin tembloroso, sacó de la bolsa unas telas suaves de colores, rojo y verde. Soltó unas risitas en medio del llanto al ver los espantosos colores. Pero su sonrisa se borró cuando se dio cuenta que eran.

Jungkook había comprado suéteres a juego, exactamente dos. Ambos eran grandes y tenían diseños exagerados, eso hizo que su mente viajara de nuevo a una tienda de Florencia. En medio de su emoción, compró dos camisas porque sabía que el alfa se negaría rotundamente a usar eso con él. Pero esperaba convencerlo.

Y luego lloró más al saber que nunca pudo hacerlo.

Sollozó y se escondió entre los suéteres. Hasta que la puerta se abrió de repente y un Jungkook muy agitado entró por ella.

—¡Jimin! ¿Estás bien? —preguntó preocupado. El omega se volteó para mirarlo, con lágrimas en los ojos y entonces el alfa volvió a respirar cuando notó de qué se trataba. Pero aún así se acercó asustado—. Omega, no es para que estés triste, ¿por qué lo estás?

El rubio no respondió y siguió sollozando mientras apretaba la tela. Y Jungkook lo miraba angustiado porque sentía la tristeza de Jimin, pero no sabía cómo explicarlo.

—Omega... dime algo, por favor —pidió. Abrazando por la espalda al menor, hasta que sintió su cuerpo removerse y Jimin ocultó su rostro en el pecho de Jungkook mientras seguía sollozando—. Dios, lo siento, sé que no debí decir eso, te daré otra cosa.

—N-No —escuchó bajito—. Me gustan, por favor. Q-Quiero usarlos.

—¿Seguro que sí? Fue idiota de mi parte recordarte eso, Jimin, solo quería un nuevo comienzo —Jungkook limpiaba las mejillas del omega con sus pulgares y besaba sus parpados, saboreando las gotas saladas de sus lágrimas.

Después de unos minutos, Jimin se tranquilizó un poco y se agarró del cuello de Jungkook antes de dar un salto. El alfa no entendió muy bien, pero por suerte alcanzó a sostenerlo antes de que ambos cayeran. El omega abrazó su cintura con sus piernas mientras quedaba frente a él.

Se miraron por un tiempo, no supieron cuanto fue con exactitud porque les fue imposible no perderse en los ojos del otro. Suspiraron juntos, mientras recorrían con la vista el rostro del contrario, Jungkook contando las pequeñas pecas que tenía el omega y Jimin delineando sus labios finos con su pulgar.

Hasta que el omega lo besó, como si se le fuera el aire en ese beso. Era un simple movimiento de labios, sin ser sucio, sin ser húmedo, sin tener otras intenciones. Un beso suave y tierno pero firme, fuerte, cargado de emoción.

Cuando se separaron, ellos recargaron sus frentes juntas.

—Te perdono, alfa.

✧✦✧

Cuando llegó la noche, la familia de Jimin fue llegando, sus abuelos, sus tíos y algunos de sus primos. Todos ellos se sorprendieron de ver a Jungkook, pero como siempre terminó llevándose bien con todos. Las tías de Jimin halagaban a Jungkook por verlo tan guapo y felicitaban al omega por el alfa que se había conseguido. Él solo sonreía de acuerdo.

El omega fue rodeado de abrazos y felicitaciones, lo llenaron de regalos que pusieron bajo el árbol de navidad.

Y si, ellos usaron los suéteres. Jimin usó el verde porque exclamó que era el color de ojos de Jungkook, y Jeon vistió el rojo porque no tuvo de otra.

La noche pasó, entre risas y pláticas recordando viejos tiempos. Jungkook habló con los abuelos de Jimin mientras estos le preguntaban cómo se habían conocido. El alfa tuvo que cambiar algunas partes de la historia.

También se llevó de maravilla con los más pequeños, algunos niños de la familia que insistían en ser cargados por el alto hombre y él no se negaba. Les hacía cosquillas y jugaba con ellos, Jimin se encontró en más de una ocasión mirándolo pensativo, pero se alejaba cuando alguien lo necesitaba.

Se reunieron en la mesa más grande, cenaron gustosos, felicitando a Gyuri y Jimin por la cena. Al terminar felicitaron todos una vez más al omega y llevaron un pastel con el número 25. El rubio se golpeó la frente porque había pedido que no pusieran su edad en el pastel, claro que ninguno hizo caso.

Y cuando llegaron las doce de la noche, Byungmin brindó por todos, deseando dicha y felicidad para su familia, Jungkook se sonrojó cuando el alfa lo miró también. Bebieron champagne de sus copas y se reunieron en la sala de estar para abrir los regalos.

Quien recibió más fue Jimin, claramente, y sonreía como niño pequeño cuando sacaba algo que si le gustaba. Otras veces tenía que fingir por cortesía.

Recibió ropa, algunas tazas coleccionables, una botella de whiskey, un reloj pequeño y aguantó su risa cuando sacó ropa interior de una caja porque no era de la que él usaba.

El que no pudo evitar reír fue Jungkook, quien soltó una carcajada desde la esquina de la sala, recargado en la pared. Ni siquiera pensó sus palabras antes de que abandonaran su boca.

—Apuesto a que no saben cuál usas.

Los mayores lo voltearon a ver asombrados, Gyuri palmeó su frente y Byungmin lo miró con una cara de, ¿qué demonios acabas de decir?

Así que cuando Jungkook notó lo que había dicho, volvió a esconderse detrás de su copa, pero no bebió nada porque decidió que era demasiado por esa noche. Jimin trató de ocultar su sonrojo mientras seguía abriendo los demás. Cuando terminó, todos comenzaron a abrir los suyos.

Tomaron chocolate caliente y comieron galletas horneadas.

Jimin tenía la cabeza de Jungkook en su regazo mientras acariciaba su cabello rizado. Se acercó hasta su oído.

—A veces me sorprende lo estúpido que puedes ser —y para dejar un mensaje pasivo agresivo como él, besó la sien de Jungkook. Quien lo miró indignado.

—No es mi culpa que uses de esa que apenas te cubre la polla —el alfa susurró y Jimin tapó su boca rápidamente. Afortunadamente nadie escuchó.

Cuando pasaron de las dos de la mañana, la familia de Jimin comenzó a despedirse, abandonando la casa y abrazando al alfa ojiverde quien correspondió feliz.

Al final ambos se fueron a la habitación, un poco mareados por el licor que habían bebido. Se vistieron con ropa cómoda antes de meterse a la cama, Jungkook abrazando a Jimin por detrás y el omega sintiendo los fuertes brazos del alfa.

El menor dormía profundamente mientras que el mayor se mantenía despierto acariciando el cabello del omega.

Por fin había entendido, Jungkook se dio cuenta cuando después de tantas veces, sonrió al ver a Jimin tan feliz. Cuando lo observó con su familia, abrazando a sus hermanas o a sus abuelos. Cuando se miraron en la mesa y brindaron juntos. Cuando sus rodillas se juntaron debajo de la mesa.

Jungkook supo lo que era cuando lo vio ese día. El alfa reconoció ese sentimiento cuando vio a Jimin vestir su regalo y le agradeció tirándose encima, cuando lo besó diciéndole que lo perdonaba.

Él supo esa madrugada de qué se trataba y solo necesitaba encontrar el momento correcto para decirlo.

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